"A estas alturas de la narración, entre cariocas, campeones y pokemones, esclavas sexuales, proxenetas, policías y guardias, empresarios, jueces y porteros de fútbol interesados por la energías alternativas, el lector y el autor nos encontramos metidos en un jardín, un laberinto que parece diseñado por un guionista friki de televisión adicto a los alucinógenos."   |